Una araña AEIOU | Uma aranha AEIOU

Marga es una araña con mucha maña.

Al alba es artesana: desamarra sus marañas para hacer una falda de lana.

A las diez teje: desenreda su tela y se teje medias de seda.

A la tardecita es equilibrista y pisa firme en hilo invisible.

En el ocaso arroja un balón para hacer gol.

A la una, se zambulle con su lupa en el oscuro y húmedo conducto para estudiar las pulgas.

MargA Es Insecto Osado y aUdaz. Es una araña A E I O U.

Marga é uma aranha com muita manha.

Na alvorada é artesã: desamarra as suas lãs para fazer uma saia.

Às dez é tricoteira: enovela sua teia e tece para ela meias de seda.

De tardinha é equilibrista e pisa firme em fio invisível.

No pôr do sol joga bola de futebol para marcar gol.

Na hora da lua, mergulha com sua lupa no escuro e úmido conduto para estudar as pulgas.

MargA É Inseto Ousado e aUdaz. É uma aranha A E I O U.


Rodo y Bía | Rodo e Bia

El delfín Rodolfo, o Rodo, como también lo llamaban, tenía una gran amiga: Bía. Ella era dos veces estrella. Primero, porque era una estrella de mar. Segundo, porque era una talentosa bailarina.

En sus presentaciones ante numerosa platea, Rodolfo hacía girar a Bía como una pelota. Ella seguía el movimiento con gran maestría sin titubear ni siquiera una vez.

Era ella quien –en el extremo de su pico– giraba en puntas de pie y se equilibraba en una pierna como ave majestuosa.

Acabadas las piruetas, Bía se arrojaba al agua, artísticamente, para que Rodo pudiera rescatarla del fondo. De dentro de la gran piscina, surgían los dos: ella, bellamente recostada en la piel calva del delfín; él, como gentil caballero que sacaba de apuros a una encantadora dama.

Al final de la función, ambos saludaban al público a su manera: Rodolfo moviéndose en el agua y emitiendo sonidos de alegría y Bía haciendo plié, salto, plié, salto, e inclinándose ante la platea.

O golfinho Rodolfo, ou Rodo, como também era chamado, tinha uma grande amiga: a Bia. Ela era duas vezes estrela. Primeiro, porque era uma estrela de mar. Segundo, porque era uma talentosa bailarina.

Nas suas apresentações, diante de numerosa platéia, Rodolfo fazia Bia girar como uma bola. Ela seguia o movimento com grande maestria sem ficar estremecida uma vez sequer.

Depois, era ela quem – no extremo do seu bico – girava nas pontas dos pés e ficava se equilibrando numa perna como ave majestosa.

Acabadas essas piruetas, Bia se jogava na água, artisticamente, para que Rodo a resgatasse lá do fundo. De dentro do piscinão, surgiam os dois: ela belamente deitada na careca do golfinho, ele como gentil cavaleiro que tirava de apuros uma bela dama.

No final da função, os dois cumprimentavam o público à sua maneira: Rodolfo se mexendo na água e emitindo sons de alegria e Bia fazendo plié, salto, plié, salto, e logo se curvando diante da platéia.


¡Qué sueño! | Que sono!

Siempre que el libro era dejado quieto en algún rinconcito oscuro de la estantería, ¡le venía una tristeza! ¡Esa tristeza le daba un sueeeeeño!

No era que no le gustaba permanecer en su lugar, pero quería ser leído, decir lo que tenía adentro…

Sucedía, ciertos días, que alguien lo sacaba de su reposo para comenzar a leerlo. Entonces él se desperezaba rápidamente y sonreía feliz. La persona, entusiasmaba con la aventura que el libro contaba, se pasaba un buen tiempo leyendo y hojeándolo, hojeándolo y leyendo.

¡Al libro le venían unos bosteeeeezos! Sí, porque a pesar de estar contento por ser leído, vivir de nuevo toda la agitación de la historia ¡lo dejaba exhausto!

Quien lo leía no se daba cuenta. Él aprovechaba para hacerlo cuando pasaban las páginas. Una página, un bostezo. Otra página, otro bostezo. “¡Qué sueeeeeño!”, pensaba.

En algunas ocasiones, mientras descansaba, abría un ojo solamente para saber con qué cara era leído. A veces eran rostros de alegría, pensativos; otros, de sorpresa, encantamiento. También había miradas llenas de miedo, ¡horrorizadas!

En esos momentos se despertaba un poquito, solamente por las dudas, para saber qué estaba ocurriendo. Miraba hacia atrás, miraba a los lados ¡y nada! Se despertaba un poco más y esperaba por algún peligro. Al final, lo único que acababa apareciendo eran sus propios bostezos que cobraban fuerza y lo llevaban de vuelta a su descanso. “¡Qué sueeeeeño!”, pensaba.

Una vez notó que algunas personas que lo leían lo hacían con caras somnolientas. ¡Eso lo ofendía mucho! Él podía cansarse, pero el lector no, ¡de ninguna manera! De otras personas no supo decir cómo era leído porque… bien…, porque al final ¡le venían unos bosteeeeezos! Y acababa durmiendo profundamente.

¡Todo le daba un sueeeeeño!

Pero era un sueño placentero porque lo hacía soñar.

Los libros son así: mimosos, soñadores, ¡dormilooooones!

Toda vez que o livro era deixado quieto em algum canto escuro da prateleira, lhe vinha uma tristeza! Essa tristeza lhe dava um sooooono!

Não era que não gostasse de ficar no seu canto, queria era ser lido, dizer o que tinha dentro…

Acontecia, certos dias, que alguém o tirava da sua soneca pra começar a lê-lo. Ele se espreguiçava rapidamente e sorria feliz. Esse alguém, empolgado com a aventura que o livro contava, passava um tempão lendo e folheando, folheando e lendo!

Ao livro lhe vinham uns boceeeeejos! Sim, porque, apesar de contente por ser lido, viver de novo aquele corre-corre da historia o deixava exausto!

Quem o lia nem percebia. Ele aproveitava para fazê-lo quando era virado de página em página. Uma página virada, um bocejo. Outra página virada, outro bocejo. “Que sooooono!”, pensava.

Em algumas ocasiões, enquanto cochilava, abria um olho só para saber com que cara era lido. Às vezes eram rostos de alegria, pensativos, outros, de surpresa, encantamento. Também eram olhares cheios de medo, horrorizados!

Nessas horas ele acordava um pouquinho só por via das dúvidas para saber o que estava acontecendo. Olhava para trás, olhava para os lados, e nada! Acordava um pouco mais e ficava aguardando algum perigo. No final a única coisa que acabava aparecendo eram os bocejos dele que ganhavam força e o levavam de volta a seu cochilo. “Que sooooono!”, pensava.

Uma vez lhe aconteceu de ver algumas pessoas que o estavam lendo com caras sonolentas. Isso o deixava bem ofendido! Ele podia ficar cansado, mas o leitor, não, de forma alguma! De outras pessoas ele não soube dizer como era lido porque… bem…, porque afinal lhe vinham uns boceeeeeejos! E acabava dormindo profundamente.

Tudo lhe dava um soooooono!

Mas o sono dele era prazeroso porque o levava a sonhar!

Livro é assim: mimoso, sonhador, dorminhoooooco!


El león barbudo | O leão barbudo

Al león Everardo le gustaba arreglarse la barba. Al contrario de otros como él, su melena le cubría el rostro.

A veces cortaba tanto el cabello, que le aparecían unos hollitos cerca de la boca. ¡Era lindo verlos cuando sonreía!

También sucedía, cuando se quitaba demasiada barba y se dejaba apenas algunos pelos, que lo confundían con un chivo.

Los fines de semana, no se sabe si por descansar la piel o por pereza, se dejaba crecer el pelo. Su rostro aparecía nuevamente cubierto. Cuando eso sucedía, los chicos lo llamaban Papá Noel africano. Los adultos, león esquimal, a pesar del intenso calor. ¿No es buena gente ese león Everardo?

O leão Everardo gostava de fazer a barba. Diferente de outros como ele, sua juba cobria-lhe o rosto.

Às vezes aparava tanto o cabelo, que apareciam umas covinhas perto da boca. Era lindo vê-las quando sorria!

Também acontecia, quando cortava demais sua barba e deixava apenas alguns pelos, de ser confundido com um bode.

No final de semana, não se sabe se por descansar a pele ou por preguiça, deixava o pelo crescer. O rosto aparecia novamente coberto. Nesses dias, as crianças o chamavam de Papai Noel da África. Os adultos, de leão-esquimó, apesar do intenso calor. ¿Não é legal esse leão Everardo?